Entre todos los tipos de movimientos que la especie humana ha clasificado, estamos buscando temblar. El título de esta exposición precisamente busca implicar a los públicos en la búsqueda por la ampliación de las perspectivas desde las cuales estamos abordando nuestras realidades contemporáneas. Temblar, en tanto movimiento repentino para liberar energía, nos permite poco a poco ir sacudiéndonos las ideas binarias y estables que han constituido y condicionado nuestra manera de hacer mundo y a través de ese movimiento que súbitamente aparece y desaparece ir encontrando nuestras propias maneras de vivir.
estamos buscando temblar es una exposición resultante del programa de residencias desarrollado durante los pasados seis meses con artistas del Caribe insular y continental a través de Uniarte. Si bien el proyecto sucede en el espacio virtual no necesariamente fue una premisa desde las cuales cada artista partió para hacer sus obras y por lo tanto no todas responden a las características y dinámicas del mundo virtual. La metodología utilizada en el programa tenía como objetivo acompañar los procesos de investigación e intereses de cada artista y al mismo tiempo generar espacios colectivos de discusión para hacer porosos sus procesos de reflexión. Más allá de construir unas narrativas específicas para la exposición, cada artista fue desarrollando su proyecto de obra con relación a las conversaciones sostenidas durante la residencia. Una constante fue el marcado interés en irnos sacudiendo los marcos conceptuales desde los cuales solemos abordar nuestras realidades en tanto especie humana. Algunos puntos de encuentro son lo efímero, la conciencia de lugar y la opacidad en tanto códigos existenciales. Así como el lenguaje en tanto constructor de realidades sociales y herramienta para la autodeterminación.
Nota al margen porque el movimiento de temblar se complementa con el tambalear:
Se propone el ejercicio de escuchar alrededor para tantear el siguiente movimiento. Lo sonoro y la idea de equilibrio están íntimamente ligadas; no así lo estable, podría decirse que son antónimos. Al parecer no necesitamos la estabilidad sino más bien reencontrarnos con lo que se mueve, por eso el quiebre.
Previo al ejercicio propuesto, creemos interesante estudiar el ancla, es uno de los pocos objetos producido por la especie humana que materializa la conciencia de lo inestable. Su función es sujetarnos de donde estemos y garantizar la estabilidad necesaria para una acción particular. Queremos pensar su invento como la constatación de que lo principal en el mundo que habitamos es el movimiento… así que dejemos de insistir en estructuras rígidas, si algo pretende serlo completamente no sobrevivirá. Considerando que desde hace buen tiempo sabemos que el principal movimiento de la Tierra es el tambaleo, podríamos pensar entonces en lo tambaleante como una cualidad de las cosas y no como un infortunio producido al azar.
El tambaleo es un movimiento suave y de carácter cíclico, siempre vuelve a su punto de origen… aunque ya dicho origen no sea el mismo que antes de que sucediera. Durante el intervalo se desplazaron cosas, chocaron, rompieron, hubo caos y catarsis y ruido, mucho ruido…
En un tambaleo todo se afecta pero la experiencia será distinta para cada elemento, por ende, cuando el ciclo vuelve a ese punto de ‘origen’ ya no se actuará igual aunque parezca que sí. Es una memoria que se crea y se graba muy profunda en nosotrxs. En los objetos inertes, su apariencia física evidenciará la memoria del suceso.
El tambaleo desestabiliza a un ritmo pausado y muchas veces progresivo, siempre con la posibilidad de convertirse en un temblor o un terremoto… ¿se pueden distinguir los tambaleos por las sonoridades que genera?, descifrar lo sonoro ayuda a definir el tambaleo y a su vez se constituye en un código morse para trasladarse durante y después…
Pensamos que, si pudiéramos hacer zoom al intervalo de un tambaleo, podríamos encontrar claves que sirvan para habitar este momento actual y sus posteriores presentes, claro está, siempre dependerá de su tipo, de la intensidad y del contexto en el que se experimenta -que es como el vehículo para la experiencia-… lo importante en cualquier caso es pensar en lo que se mueve, que es la razón del quiebre.[1]
[1] Existen otras versiones de este texto, la primera de ellas fue escrita en abril de 2020 y publicada como parte de una entrevista en la revista Buchaca Generosa no. 10 de Teorética, en septiembre 2020. Para acceder: https://teoretica.org/2020/09/10/buchaca-gen-10/
Yina Jiménez Suriel es comisaria e investigadora con una maestría en estudios visuales. Es editora asociada de la revista Contemporary And (C&) para América Latina y el Caribe. Es comisaria asociada de la Caribbean Art Initiative (Iniciativa de Arte del Caribe). Entre las exposiciones que ha comisariado se encuentran: Vehículos. Una revisión (2018) en Casa Quien (República Dominicana); one month after being known in that island (2020, un mes después de ser conocido en esa isla) en la Kulturstiftung Basel H. Geiger (Suiza) junto al artista Pablo Guardiola; y de montañas submarinas el fuego hace islas (2022) en Pivô (Brasil) producida junto a Kadist. En el verano de 2022 fue residente en el programa de residencia de la Fundación Delfina. Ha colaborado en programas públicos y talleres en Beta Local, La Cresta, Espacio en Blanco, Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, entre otros. Ha participado en simposios y seminarios académicos en la Universidad de los Andes, Universidad Autónoma de Madrid, FHNW Basel Art Institute, Southern Methodist University, Pratt Institute, entre otros. Yina ha escrito para catálogos de exposiciones del Museo San Luis Obispo y el Museo de Arte de Denver, y sobre arte contemporáneo y cultura visual en publicaciones como Foam Magazine, Terremoto, Contemporary And, y Revista de Arte de la UNAM, entre otros.
Yina vive y trabaja en la República Dominicana.